jueves, 22 de octubre de 2015

¿Encarcelados o recluídos?


Suena raro hablar de esto, ya que sabemos que el creyente ha sido llamado a libertad.
Pero podemos usarlo en un sentido práctico.

Para empezar necesitamos definir las palabras que usaremos y el sentido que le daremos en este mensaje.
PRISION: es una pena de privación de libertad que es inferior a la reclusión y superior a un arresto.
CARCEL:  es el lugar donde se cumple una condena, o una prisión. Lugar de cadenas.
RECLUSION: Aislamiento forzado o voluntario. Se dice que una persona está recluida cuando está en prisión. Los encarcelados por lo tanto, sufren una reclusión, significa que NO PUEDEN SALIR DE LA PRISION durante el periodo estipulado por su condena.
Es decir, una persona que se encuentra en RECLUSION es una persona privada de su libertad por un tiempo, hasta que se cumpla su condena por la que fue recluida. Es una pena privativa más dura que la prisión. Mientras que una persona que está en PRISION, esta privada de libertad en espera de la celebración del juicio o mientras dure el mismo.

Entonces, llevando este enredo de palabras a nuestra vida como Hijo de Dios:
Nosotros no podemos estar más RECLUIDOS de manera forzada, porque el Señor Jesús selló nuestra libertad con su sangre en la cruz. La condena por el pecado era la muerte, y si moríamos a causa de nuestro pecado, ni muriendo 100 veces podríamos pagar la condena propia ni de otro, y habiendo muerto, ¿cómo nos podríamos salvar nosotros mismos?

Isaías 61:1 El Señor vino a libertar a los cautivos por el pecado, y abrir las puertas de esas cárceles en las cuales estábamos por causa del pecado, y del enemigo. Satanás nunca abrió las puertas de sus lugares de reclusión. El hombre está ahi, preso, hasta que su condena sea cumplida. Lo que el mundo necesita saber es que Jesucristo cumplió esa condena, y proclamó la libertad. Sólo hace falta recibir esa carta de absolución.

¿Pero por qué el creyente muchas veces vive encarcelado?
La reclusión puede ser forzada o voluntaria.
El creyente que está aprisionado, que está encarcelado, o que pretende seguir recluído, es aquel que por no apropiarse de la gracia, es finalmente privado de la libertad por el pecado.

Si en lo natural, una persona recluída espera el cumplimiento de su condena, ¿por qué el creyente espera el cumplimiento de una condena que ya ha sido pagada? Suena raro, pero es así.
David nos da esa respuesta en el Salmo 32:3 Mientras calle se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. El error está en callar el fracaso. Ese tropiezo o esa caída, sea por debilidad, sea por descuido, sea por lo que sea, ya fue perdonada en la cruz con la sangre de Cristo. Pero necesitamos confesar como encontramos en Proverbios 28:13 El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia. Y  1° Juan 2:1-2 ... estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados. Entonces, ¿por qué vivir recluídos, esperando una condena, si el Señor Jesucristo ha pagado por esa condena? 

¿Quienes viven recluídos? Los que de manera voluntaria se ponen bajo yugo pesado.
- Los que creen en mentiras del enemigo "Tu pecado es muy grande, Dios no te va perdonar" o "Cuantas veces hiciste lo mismo, el Señor ya se cansó de perdonarte" o aún algo peor "Tu pecado no es demasiado grave, no es tan malo, no importa lo que hiciste, no es un pecado grande, no hace falta que Dios te perdone por eso"
- Los que no confiesan su pecado, porque no lo reconocen: "El Señor sabe que no hice con mala intención" "No hice nada malo" "Nadie vio lo que hice" "No creo que para Dios tenga en cuenta esto, si es la primera vez que hago" "Estoy sirviendo al Señor, asi que de por sí El me perdona"

Vivir recluídos no es la manera de vivir que Dios quiere para nosotros.


Pero también hay otros que viven en prisión. Una persona que es privada de su libertad, pero está en espera de la celebración del juicio.
Un creyente puede vivir en prisión, por causa de su obstinación. Como mencionamos en Proverbios 28:13 el remedio es CONFESAR y APARTARSE.
Es decir, un creyente que vive en prisión es aquel que aunque confiese su pecado, no se aparta del mismo. Es como un preso, que sabe que va ser libre, o aún, sabe que su libertad está sellada, pero aún está en la carcel en caracter de preso, y mientras esté allí, sigue privado de su libertad.

Confesar y apartarse demanda rendición al Señor. No existe creyente que busque agradar al Señor con sus fuerzas. No existe creyente que busque perfeccionarse o vivir en santidad a costa de su voluntad propia.
Imaginense a un joven soltero, que va a una fiesta nocturna... y termina borracho. Cuando se da cuenta de su error dice "Señor, conoces mi corazón, no era mi intención hacer eso, perdoname". Pero sigue yendo, prometiéndose que eso no se volverá a repetir,  y luego, en la siguiente oportunidad, hace lo mismo, una y otra vez, hasta que finalmente su comportamiento tiene consecuencias peores. ¿Qué hizo este joven? Creyó que ir "no tenia nada de malo" y que era fuerte para evitar "mezclarse" y que podía demostrarle al Señor que él podía vencer la tentación, que él podia decir "yo no bebo más porque soy cristiano" sin embargo se encontraba en una fiesta. 
O puede ser otro caso, bien que muchas veces intentamos por nuestras fuerzas vencer algo que, por la Palabra de Dios sabemos que no agrada al Señor, pero queremos tener el mérito y decir "yo pude vencer esto".
El creyente sabe que ya es libre, sabe que la sentencia en la cruz firmó su libertad, pero aún está aprisionado, aún está encarcelado porque piensa que puede "aprovechar" algo en la cárcel, aunque ya no es un prisionero sigue estando encarcelado. 
Romanos 6:22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna
Gálatas 5:13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.

Cuando caemos en lazo por nuestras palabras, también somos encarcelados.
Proverbios 6:2 Te has enlazado con las palabras de tu boca, Y has quedado preso en los dichos de tus labios.
Eclesiastes 5:5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.
Tenemos varios ejemplos en la biblia, que podemos tomar:
- Israel: cayó en lazo cuando delante de Dios ellos se presentaron desafiantes. Exodo 19:8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Dios les dio la LEY que nadie pudo cumplir sino sólo Jesucristo.
- Ahimaas: se apuró para hablar, quiso ser el primero en dar noticias sin saber qué es lo que había acontecido, esto leemos en 2° Samuel 18:19-32 cuando Joab le había dicho "hoy no te toca dar el mensaje, otro día lo harás" sin embargo él quiso ir, pero no pudo decir nada. Así nos sucede tantas veces cuando nos apuramos por hablar, y caemos en lazo. Muchas veces, cuando vemos algo que sucede con un hermano o hermana, sin saber a ciencia cierta qué es lo que pasó realmente, vamos corriendo, y nuestros pies se convierten en presurosos para el mal. Y caemos encarcelados por lo que hemos dicho, y ya no podemos reparar el daño hecho por nuestras palabras. Eclesiastes 5:2 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.
- Jefté: creo que es uno de los mejores ejemplos que encontramos de caer encarcelados por nuestras palabras. Jefté hizo voto a Jehová, y esto leemos en Jueces 11: 29-40 Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos, cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto. Y seguramente cuando dio esta promesa a Dios pensó dentro de sí: "capaz salga mi esposa a recibirme o un vecino, así le ofreceré en holocausto". El holocausto consistía en una ofrenda para Dios donde se quemaba completamente el animal ofrecido. ¡El quiso ofrecer un holocausto de la primera persona que saliera a recibirle! Sí que estaba loco para decir eso. Dios no aprueba esto de ninguna manera, pero como sabe que nuestra debilidad como seres humanos es hablar sin pensar, El preparó una salida para Jefte, el Antiguo Testamento ofrecía la alternativa de «redimir» el «voto»; pagando el equivalente de su valor en plata, se podían redimir una persona, un campo o una casa dedicados por «voto» al Señor según lo que encontramos en Levítico 27: 1-8 sin embargo, por no reconocer su error, sacrificó a su hija.


¿Estás encarcelado por alguna de estas razones?
Si el Señor Jesucristo compró tu libertad con su sangre en la cruz, ¿no crees que es hora de levantarse y apropiarse de esa obra?

No vivas encarcelado, ni recluído, ni en prisión.
¡El Señor te hizo libre!

Que el Señor les bendiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario