lunes, 16 de noviembre de 2015

Levantando al caído

Seguro habrás visto alguna vez la película "Rescatando al soldado Ryan". Si no, en resumen es una narrativa de los esfuerzos de un grupo de soldados, soportando de todo, por llegar hasta el soldado Ryan y llevarlo de regreso.
Pensaba en esto y lo trasladaba a nuestra vida cristiana. El Señor nos ha advertido que "en el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo" Juan 16:33 sin embargo existen varios soldados quienes han caído tras filas enemigas, y no pueden salir a menos que vayamos al rescate de ellos.

No puedo evitar derramar algunas lágrimas al ver cómo varios soldados, quienes han sido verdaderos luchadores, quienes han tomado el servicio del Señor con valentía, ahora están tropezados, caídos, debilitados... y otros ya duermen. Mientras nosotros viendo la situación simplemente quedamos de brazos cruzados, como simples espectadores. En ciertos casos escuchamos decir "que lástima el hermano fulano, cómo antes era tan útil y ahora está derrotado" o escuchamos algo como "la hermana fulana debería haber sido un gran instrumento pero está perdiendo su tiempo en el mundo" entre otras cosas. ¿No deberíamos nosotros ir al encuentro, en filas enemigas y rescatarles, pues están heridos?
Hablamos mucho de la gracia, pero entendemos poco. Caemos fácilmente en los extremos: libertinaje y legalismo. 
El libertinaje dice: "el Señor es el único que puede juzgarme", "el Señor sabe lo que hay en mi corazón", "no hago nada malo".
El legalismo dice: "necesita corrección, necesita disciplina". Condena y mata.
Entonces ¿que hacemos? Sólo el Señor nos puede capacitar y dar sabiduría para actuar.
Cuando nos invade la indignación, nos toma el espíritu de Pedro, impulsivo, atropellado, el que saca su espada para cortar la oreja de Malco, pero en vez de lograr rescatar a nuestro soldado caído, lo que hacemos es dañar más.
Aquel que está como el hijo pródigo no se da cuenta, hasta que comienza a faltarle, pues lejos de la casa del Padre no puede haber contentamiento. Es ahí donde el sonido terrible de un estómago vacío suena más fuerte a tal punto de no poder evadirlo, y debe reconocer que tan lejos llegó sin su Padre. No se da cuenta hasta que llega a ese punto, sólo que muchas veces se da cuenta demasiado tarde, y para cuando intenta reconocer su falta, ya el hambre acabó con el... y muchos duermen. 1 Corintios 11:30.  
Por eso pedí auxilio al Señor, y sé que también necesitás saber cómo, asi que aqui van algunas consejos.
1. El soldado caído está herido: habrás visto alguna vez cómo actúan los equipos de rescate en un accidente. Los curiosos se agolpan pero ninguno de ellos puede tocar al herido para no dañarlo más de lo que está. Entonces aparecen los expertos, los que saben cómo actuar en casos como ese. En algunos casos el herido no se da cuenta de lo que le pasó, hasta que ve correr la sangre de su herida, y allí recién comienza a sentir el dolor. Es así como debemos actuar como creyentes. Siempre digo que los que se dan cuenta de ello tienen dos únicas opciones: a)llamar al servicio de urgencias b) brindarle los primeros auxilios. No ayuda en nada uno que sólo mira sin actuar. Romanos 15:14 Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros. Antes de amonestar (significa poner en mente, advertir por la Palabra, indicar lo que está mal) los creyentes deben estar llenos de bondad y todo conocimiento. Esto es por la Palabra. Es decir, que si veo que mi hermano está caído y herido, puedo actuar de dos únicas maneras, que ya nombramos arriba. Si no tengo respaldo de la Palabra de Dios, mejor no lo dañemos más y esperemos que los expertos vengan a atenderle. Pero si estamos en pleno campo de batalla, no podemos esperar, debemos sacarle "como sea" de en medio de las bombas y ataques, y ponerle a salvo.
2. El soldado caído necesita atención: no sirve de nada rescatar a nuestro compañero y luego dejarle de lado. El creyente que por algo ha tropezado y caído, no sólo necesita ser amonestado por la Palabra, sino necesita ser acompañado como un enfermo que necesita atención especializada. No termina nuestra acción sólo apartando a nuestro herido del campo de batalla. Debemos asegurarnos que sus heridas sanen y que recobre las fuerzas para no volver a tropezar. Romanos 14:1 recibid al débil en la fe. El Señor nos capacita, no porque seamos más que otros, sino porque usa nuestra vida para restaurar al que ha caído, no nos neguemos a serle útil.
El estado de negación del herido no debe impedirnos el actuar a su favor.
3. El soldado caído es orgulloso: ¿a quién le gusta estar derrotado? muchas veces el orgullo del ser humano nos hace ver que "aún podemos servir" estando heridos. Pero, ¿qué utilidad podemos dar si estamos con una mano o una pierna herida? Romanos 6:12 al 13 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. El soldado, por su orgullo, quiere volver al campo de batalla, pero en su esfuerzo propio, y es ahí donde es herido una y otra vez por el enemigo, porque es débil, no ha sido aún restaurado para volver a pelear. Ahí se genera una lucha terrible, tratar de hacerle entender al soldado que de esa manera no puede seguir, hasta ser restaurado. El enemigo le hirió grandemente, usó sus manos y sus pies para desagradar al Señor, necesita limpiarse, necesita levantarse. Gálatas 6:1 si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado
4. El soldado caído es parte de un ejército: un soldado nunca sale a luchar por su propia cuenta. Es regido por normas y está dirigido por uno mayor. El Señor nos insta a que si estamos luchando por El, no debemos enredarnos (y resalto enredarnos, porque no debe llegar a dominarnos) en cosas de esta vida, desviándonos de nuestro principal objetivo. 2 Timoteo 2:4 Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. Cuando un soldado omite esta verdad y cae, la insignia que lleva puesta es vista por el enemigo. El enemigo se jacta de cuántos soldados ha derribado. Sin embargo si vemos a nuestro compañero caído, por amor a nuestro Mayor, nuestro General de Ejército, por amor a nuestra insignia, por amor a nuestra bandera, no podemos dejar que el enemigo se jacte de su caída. Los Corintios habían caído en este error, y ellos mismos hablaban y divulgaban los problemas de su congregación, siendo vergüenza frente a los impíos. 1 Corintios 6: 1 al 4 ¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos?... si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia? ¿cómo es posible que viendo al soldado herido y caído pasemos de largo y dejemos que el enemigo se burle de su caída? Es una situación de emergencia, donde, si el Señor nos abrió los ojos, no podemos ser indiferentes, sino actuar por fé, usar la Palabra y llevarle a un lugar seguro, donde ya no sea atacado por el enemigo. 2 Corintios 2:5 Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros. El soldado caído siendo parte de un ejército es causa de tristeza para todo el ejército.
5. El soldado caído puede morir si no lo atendemos: nuestra responsabilidad delante del Señor es muy grande. Si hemos visto al soldado herido, y no lo atendemos, puede morir a causa de sus heridas. Cuando el apóstol Pablo juzgó un caso en la iglesia de Corinto, recomendó a los santos a recibir al hermano arrepentido, y "perdonarle y consolarle para que no sea consumido de  demasiada tristeza" 2 Corintios 2:7. Encontramos la parábola del buen samaritano, cuando varios pasaron a su lado, indiferentes, sin ayudarlo. Pero llega el samaritano, y no sólo lo recoge, sino que se ocupa de todas sus necesidades. Lucas 10:30 al 35. ¿Cuántas veces hemos pasado al lado de un soldado herido, y no nos hemos ocupado de él?
6. Un soldado RESTAURADO es causa de gozo: ¿quién puede alegrarse de la herida de su compañero? Sin embargo, ¿quién no puede alegrarse de que un compañero es restaurado? No hay mayor gozo que saber que los santos andan en rectitud, en la verdad. Es gozo para la familia de Dios, es un gozo para el Señor cuando uno de sus soldados es restaurado y sanado de sus heridas, levantado para la gloria de Dios y vergüenza del enemigo.

¿Sos un soldado caído? Es hora de levantarte.
¿Sos uno de los que ve a su hermano caído? Aunque rechace tu ayuda, es tu deber restaurarle.

Que el Señor les bendiga!